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El Ministerio del Tiempo: una nueva forma de dar clase

Un ministerio secreto con un sinfín de puertas que conectan con épocas pasadas como escenario. Un grupo de funcionarios que día sí, día también, debe viajar en el tiempo a codearse con héroes como El Cid o Cristóbal Colón. Una misión: intentar que la historia de España nunca cambie. Es, en resumen, el argumento de El Ministerio del Tiempo, la serie creada por los hermanos Olivares que ha revolucionado la hasta ahora prácticamente inexistente ciencia ficción patria y que, además, ha comenzado ya a abrirse paso en el terreno de la educación.

Más allá de la obvia utilidad de una serie como esta a la hora de mostrarles a los estudiantes los pormenores de la historia de nuestro país, El Ministerio del Tiempo se ha destapado como un vehículo idóneo para guiar a alumnos de Primaria por todas sus asignaturas. Esto es lo que hace un proyecto de Pedro Camacho llamado MdT-Tiempo de Cambio.

Este jiennense que ejerce como maestro de sexto de Primaria en el C.E.I.P. Los Cuatro Caños de Vera, Almería, ha creado un sistema de enseñanza que utiliza el gancho de la propia serie. Adiós a las aburridas clases ante la pizarra y con un libro de texto delante. Al menos, durante el último trimestre de este curso, cuando Camacho ha llevado a sus clases esta nueva experiencia docente.

Para empezar, los estudiantes se dividen en patrullas de cuatro componentes (algo que ya supone una diferencia de peso respecto a las aulas abarrotadas de alumnos contemplando al profesor) que disponen de tres herramientas indispensables: un dosier de trabajo, un ordenador y el libro de texto en cuestión.

Tal y como explica Camacho a Yorokobu, «los estudiantes son aspirantes a convertirse en funcionarios del ministerio, y el colegio es la academia de formación que elegirá a los mejores». El docente es, además de maestro, enlace con la institución ministerial.

A partir de ahí, los alumnos reciben, a través del canal de YouTube del propio profesor, las distintas misiones que deberán cumplir y que les servirán para trabajar contenidos específicos de distintas asignaturas, algo que se les exigirá como requisito indispensable para llegar a ser funcionarios. «De este modo, yo explico muy poco y ellos investigan mucho», resume Camacho.

Camacho reconoce que este proyecto «surge como una explosión de frustración». De hecho, el profesor explica que tanto su mujer como él acostumbraban a solucionar el mundo educativo «como los españoles arreglamos la alineación de la selección; es decir, quejándonos mucho».

Sin embargo, cinco minutos antes de que arrancara la segunda temporada de la serie, el también escritor de obras de fantasía preguntó a su mujer: «¿Y si usáramos El Ministerio del Tiempo como hilo conductor de la clase?».

Camacho, que pretende hacer algo semejante el próximo curso utilizando como vehículo educativo sus propias novelas, explica que gamificar las asignaturas ha tenido resultado: «Trabajan mucho más, pero principalmente en el colegio, no en casa, pues no hay deberes entre semana», cuenta. Además, el profesor aclara que, con el proyecto integrado basado en El Ministerio del Tiempo, sus alumnos no se han sentido constantemente evaluados y, a la vez, «trabajan de modo significativo, eficaz y divertido».

‘Gamificando’ con otras series

Lejos del colegio en el que Camacho ha utilizado el planteamiento de El Ministerio del Tiempo como alternativa educativa, otro profesor hace lo propio con la creación más famosa de Javier y Pablo Olivares. Se trata de Natxo Maté, que ya había utilizado previamente otras series para gamificar la asignatura de ciencias sociales de segundo de la E.S.O. que imparte en un centro de Badalona.

Tal y como explica Maté, la serie española le ha permitido desarrollar en el aula los contenidos de la asignatura, que no son otros que los vinculados a la Historia Medieval en la península. «Sin embargo, nos quedamos cortos si hablamos sólo de los contenidos», aclara este licenciado en Historia. «La propuesta permite trabajar las habilidades, competencias y actitudes de los alumnos».

En su caso, a través de una web propia, Maté desarrolla unas claras normas para el juego: los alumnos empezaron siendo «becarios no contratados» y podían llegar a ostentar el cargo de ministro. ¿Cómo? Acumulando los puntos de experiencia que ganarían al superar las misiones que se les encomendaron a lo largo del segundo trimestre del curso que acaba de finalizar. «El alumno siente que forma parte de una historia que le es familiar, y cuanto más conocida le es la ambientación, más rápidamente aceptan la nueva situación en el aula», comenta el profesor, que ya antes había experimentado con otro fenómeno televisivo: Juego de tronos.

Si bien el mundo de los Targaryen y los Stark está repleto de personajes y sucesos poco históricos, como dragones, Maté explica que «es el mismo mundo que habitaba la gente del Medievo: ellos también creían en dragones, sabían que el cuerno de unicornio tenía la capacidad de sanar a las víctimas de envenenamiento y que había determinadas noches y días del año que eran mágicos».

Además, y tal y como señala Camacho, cualquier serie con calidad es digna de convertirse en el método alternativo de enseñanza utilizado en un aula. Juego de tronos y El Ministerio del Tiempo ya han complementado de forma lúdica los libros de texto en las aulas de estos profesores. Quizás, con suerte, la metodología se extienda por otros centros. Es «difícil por la falta de tiempo, pero no imposible», sentencia Maté.

‘El Ministerio del Tiempo’: una nueva forma de dar clase en Primaria