La importancia de crear comunidad entre padres y centro escolar:
La responsabilidad por la educación de los niños empieza con sus padres, quienes actúan como modelos y profesores. Sin embargo, en el momento que el niño entra en la escuela, este proceso se convierte en una colaboración mutua entre el centro educativo y la familia. De este modo, comenzará un intercambio permanente de pequeñas y grandes recompensas por el cual, tanto los padres como el centro escolar, pasarán a crear conjuntamente un “sistema educativo” para el alumno compartiendo el mismo objetivo: un desarrollo pleno y en armonía.
Hoy en día, cada una de las nuevas reformas educativas que se plantean reconocen la necesidad de que exista una colaboración estrecha entre padres y escuelas. Sin embargo, según el informe Comunicación entre la familia y el centro educativo desde la percepción de los padres y madres de los alumnos, realizado en 2010 por la Universidad de Murcia, “resulta sorprendente que buscando familias y escuela el mismo objetivo, exista una distancia, un recelo y un enfrentamiento tan consistente como se observa en algunos lugares”. Es por ello que este tipo de pensamiento puede acarrear problemas serios en la evolución escolar del alumno.
Beneficios de la participación de los padres en el ámbito escolar
Afortunadamente, y equilibrando la balanza, cuando el centro escolar incorpora el mundo de los padres a sus proyectos, se nota un aumento notable en el rendimiento del alumno y también en su autoestima. No se trata solamente de que los padres participen en la cultura de la escuela, sino que también aporten de forma activa sus propias ideas, conocimientos y vivencias. Esta es una manera saludable para que los padres dejen de verse a sí mismos como parte del problema y se conviertan en parte de la solución.
Acciones conjuntas entre los padres y la escuela
Cuando el vínculo entre padres y escuela vuelve proactivo, ellos se convierten en agentes “co-educadores”. De esta manera, cuando hace falta crear una comisión de trabajo, los recursos de los padres estarán al alcance de la escuela. La participación de los padres puede ser muy variada. Por ejemplo, pueden organizar charlas que incorpora sus propias experiencias en las distintas profesiones y talleres que incorporan sus inquietudes o simplemente ofreciendo apoyo en tareas de lectura para estudiantes con dificultades idiomáticas. De esta forma, la escuela recibe una contribución muy positiva por parte de los padres que aportarán a los alumnos su visión y experiencia personal sobre lo que les espera una vez que hayan terminado la educación académica.
Dado que la educación es una tarea compartida, es de vital importancia que todos los integrantes en el proceso educativo creen, nutran y trabajen sus competencias comunicativas. A su vez, esto abrirá la puerta a un espacio para el intercambio de opiniones entre todos los integrantes en dicho proceso, lo que llevaría a un crecimiento en la confianza en sí mismo. Por tanto, es imprescindible que una buena comunicación, el “feedback” y la confianza mutua se conviertan en recursos que establezcan una especie de “ida y vuelta” entre padres y el centro escolar.
Es decir, cuando la comunicación va mejorando día a día, a su vez irá creciendo la confianza gradualmente; y todo ello, repercutirá favorablemente en el entorno familiar. De esta manera, la identidad de la escuela, no solamente quedará reflejada en sus alumnos y sus docentes, sino también en los padres y la sensación de comunidad que se va creando terminará transcendiendo el ámbito escolar.