Una red de colegios en España se atrevió a eliminar asignaturas, exámenes, horarios y tareas de su sistema.
Los niños que se hacían los enfermos para faltar a clases, ahora quieren ir con fiebre e incluso los sábados. No tienen tareas, pero llegan a su casa tan motivados, que siguen trabajando. Los que tenían problemas de aprendizaje ahora son los líderes. Los profesores confiesan haber redescubierto su vocación.
Esta red de colegios jesuitas de Cataluña (FJE) eliminó por completo la educación tradicional con su proyecto Horitzó 2020 y ahora lo que pasa en las salas de clases es otra historia.Los alumnos trabajan realizando diferentes proyectos que integran distintos contenidos, mientras tres profesores los asisten todo el día (uno de lenguaje, otro de ciencias matemáticas y uno de ciencias sociales). El grupo total es de 60 niños dentro de una sala mucho más grande, con mesones con ruedas y espacios abiertos.
«Ellos no van a ver qué les echan, van a trabajar. Ya saben, hay una programación, hitos y retos que han de cumplir. Discuten, buscan, estructuran, presentan, dibujan, usan los celulares, los computadores y tablets», señala Xavier Aragay, director general de FJE de Cataluña.
MITOS:
Mito 1: Habrá problemas de disciplina
«¿Por qué hay problemas de disciplina en la escuela tradicional? Porque han de estar callados y quietos. Imposible. Aquí ni han de estar callados ni han de estar quietos, primero porque están trabajando en grupos resolviendo los proyectos y segundo, porque pueden moverse por donde quieren. Entonces los problemas de disciplina desaparecen», explica Xavier.
La falta de disciplina está vinculada al método que se utiliza para el aprendizaje: un profesor que habla, por lo tanto los otros han de estar en silencio, sin moverse, por ende, aburridos.
Con Horitzó 2020 no ha hecho falta «echar» a los niños de la sala por mala conducta. Además, como en cada grupo hay 3 educadores a cargo, en cualquier momento pueden intervenir mejor.
Mito 2: Los profesores no quieren cambiar
Los docentes que entraron en el nuevo sistema ya no tienen vuelta atrás. Al principio exigió más trabajo, como todo comienzo en una planificación, pero luego todo se fue dando, fluyendo, hasta el punto de que trabajan incluso mucho más de los que se les exige.
«Los profesores que han implementado el cambio les hemos hecho un programa de formación, seguimiento y acompañamiento para incorporarse a la experiencia. Ya no quieren cambiar, profesores que llevaban 25 años con el método tradicional dicen yo ya no cambio (al sistema antiguo), ésta es mi vocación. Ellos están convencidos, no volverían atrás».
Ya no dictan clases, ahora trabajan en equipo y son coach de sus alumnos, les dan las instrucciones, los asisten, acompañan, observan y replantean.
“El gran protagonista de la educación es el alumno que tenemos y en él tenemos que poner la mirada, en el alumno que, en el fondo, es el ciudadano que queremos conseguir para el siglo XXI. Ese es el protagonista, ahí tenemos que mirar”.
Mito 3: Es caro de implementar
«Una de las condiciones que pusimos en las experiencias piloto, es que costara lo mismo que el sistema tradicional. Es que si no, no podría ser, porque luego no podríamos generalizarla, no sería sostenible», aclara el director.
Insiste que poco valen las experiencias que inyectan demasiados recursos, porque no pueden hacerse masivas. Horiztó 2020 cuesta lo mismo en horas de profesores, medios, etc., pero lo que sí se ha hecho es invertir en la capacitación de profesores y rediseño de las salas de clase.
Los colegios de esta red ignaciana son particulares subvencionados («concertados» los llaman), pero estos métodos también se están probando en escuelas públicas, en otros lugares de España.
«El problema económico no es real, es una gran excusa. El principal problema está la mente, en no querer soñar, no querer hacerse preguntas. ¿Y si los alumnos cuanto más habla el profesor menos aprenden? (…) Hay que hacerse preguntas muy duras que si no nos las hacemos, no estaremos dispuestos a cambiar», sostiene Aragay.
Esperen, ¿pero cómo se evalúa a los alumnos?
Los alumnos son evaluados sin exámenes. A diferencia del método tradicional, un profesor no tiene varios cursos, sumando más de 150 alumnos a su cargo, sino que dedica todo su tiempo y año a este grupo de 60 niños, en trabajo conjunto con otros dos profesores. Esto permite que los conozcan mejor a cada uno y que puedan realizar observaciones más detalladas de contenidos, habilidades, competencias y valores.
“Hay una plantilla que dice cómo se va a observar, cómo se va a evaluar, hay pequeñas rutinas que han de hacer, exposiciones, observaciones, hay que buscar informaciones, subirla a un portafolio, etc.”, indica Aragay.
Hay autoevaluación, coevaluación y evaluación de los profesores que se traducen en notas. Al alumno se le da feedback constante y los niños conocen los objetivos de cada semana y las actividades para alcanzarlos, algo que evalúan cada viernes para ver si fue efectivo.
El proyecto Horitzó comenzó el 2010 y va hacia el 2020. Se tomaron cuatro años para planificar la idea, luego hacer un diagnóstico de problemas, lanzar el proyecto participativo con más de 13 mil personas, diseñar el método y finalmente implementar el piloto en 2014.“Una idea, que es muy importante: la educación se puede transformar. Es complejo, requiere tiempo, requiere planificación, requiere mucho sueño y mucha convicción y liderazgo, pero es posible. (…) La invitación es a salir de la zona de confort y atreverse a hacer un proceso serio, planificado, participativo, que sueñe”, sostiene Xavier.
El director catalán nos cuenta una conversación que tuvo con unos niños, al final de un día de clases con la nueva metodología:
-Estamos cansados – dijeron.
– ¿Por qué?
– Porque nos hacen pensar.
– ¿Cómo? ¿Y antes no los hacíamos pensar?
– No, antes nos hacían repetir.
Fuente: