Archivo | julio 2016

Cerramos el curso 2015-2016

ANUARIO: con un resumen de las actividades realizadas en las distintas aulas, fiestas, conmemoraciones, convivencias, etc.

anuario_cole_2015_16_web

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FIESTA FIN DE CURSO: con el baile y elección de la reina y el rey de la fiesta.

http://aspronaga.net/es/galeria-de-fotos/category/47-fin-de-curso-cee-ntra-sra-de-lourdes-22-06-2016.html

ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES ( cortometraje):

CARTA de un profesor a sus alumnos.

Una carta que los alumnos de 6º curso del colegio San Gabriel, de Alcalá de Henares, encontraron en su buzón el pasado 29 de marzo, a la vuelta de vacaciones de Semana Santa.

La remitía su profesor, Iván de la Cruz García, un joven madrileño de 36 años.

El efecto buscado era motivar a los chavales. Hacer que se sintiesen especiales. Y lo hizo a través de un medio con el que nuestros jóvenes hoy no están familiarizados.

Iván redactó un texto común para todos. Luego lo iba personalizando, añadiendo algunos pequeños guiños a quienes consideraba que lo necesitaban. Aunque envió las cartas por correo postal uno de los padres sacó una foto del texto, y este se ha compartido miles de veces en LinkedIn y en Facebook.

¿POR QUÉ ha triunfado esta carta?

Pues porque si la leemos incluye BASTANTES ELEMENTOS DE SEDUCCIÓN. Hablamos no hace mucho en este blog de la importancia de la SEDUCCIÓN en la EDUCACIÓN.

Quienquiera que esté a cargo de niños ha de ser un SEDUCTOR.

■ Para empezar es una carta para niños de 11 / 12 años. Que probablemente ES LA PRIMERA CARTA QUE RECIBEN EN SU VIDA. Están acostumbrados, ya a esa edad, a utilizar el WhatsApp, estar probablemente en Twitter,…

■ Es una carta con un ARGUMENTO RAZONADO, con una estructura.

■ Es una carta que les llega además en vacaciones, cuando todavía no se reanudado el curso y ellos están relajados. Y no es una carta para castigar ni para reñir, sino PARA ANIMAR. Cambia completamente el lenguaje que un niño suele recibir de un profesor.

■ Es una carta CON MUCHAS EXCLAMACIONES, en varios lugares:
¡Te lo has ganado!
Quizás te sorprenda que te escriba una carta, pero… ¡me apetecía!
¡Seguro que te ayuda a seguir con fuerza!

■ Es un impulso que nace del profesor, no es un acto administrativo, y eso lo deja bien claro al decir con énfasis: Quizás te sorprenda que te escriba una carta, pero… ¡me apetecía!

■ Y luego la apelación al criterio del alumno, no a unas normas que vienen de arriba. Dice:
… demuéstrate que puedes hacerlo mucho mejor,…
Demuéstratelo a ti. No me lo demuestres a mí
…, supérate a ti mismo. No te conformes con…
No deje que la pereza sea más fuerte que tú.
La referencia siempre es al propio alumno.

■ Pero tampoco le deja solo ante el peligro de esta reanudación del curso, que ya viene con los exámenes finales, etc. Le dice: En esto no estás solo; cuentas con tus compañeros de clase y conmigo, ¡claro! Todos juntos formamos un buen equipo.

■ El aprendizaje se muestra aquí como algo apasionante, cuando dice:
… todavía nos quedan muchas aventuras por vivir juntos.
Con ese factor de seducción impresionante, sobre todo para un niño, que tiene la palabra “AVENTURA”: vienes aquí a vivir una aventura.

■ Y finalmente le dice, con lenguaje coloquial, en el lenguaje de los propios chavales: Un abrazo de tu profe que te aprecia mucho.
Con ese apócope que es muy familiar y muy coloquial.

En definitiva hay muchos elementos de seducción en esta carta que justifican que haya triunfado.

¡VIVA las BUENAS IDEAS!

¡Felicidades PROFE!

¿Por qué esta CARTA se ha hecho VIRAL?

“Vivan los profes”

“El activo más importante de la sociedad es el estado de ánimo de los maestros”

Carles Capdevila nos hizo reír y nos emocionó con su ponencia en la que habló de la importancia de hacer buen equipo, valorar, querer y confiar en los profesores, una actitud que le parece de sentido común. “Para mí, un padre o una madre que critica a su maestro es como el aficionado que silba a su propio portero”.

Carles quiso empezar su intervención realizando “una confesión en público. Pese a ser padre, quiero a los maestros” y de este modo comenzó a provocar carcajadas en el público. No se trata, nos aclara, de un amor altruista, sino “interesado. Desde que tuve a mi primera hija, descubrí que si iba a dejar a mi hija todo el día con una persona lo más lógico era confiar en esa persona y no criticarla delante de la puerta”, algo que, nos recuerda con gesto extrañado, “mucha gente hace, ya sé que vosotros no”. Y ya más serio insiste en que “tenemos que entender que somos un equipo. Para mí, un padre o una madre que critica a su maestro es como el aficionado que silba a su propio portero. Mi misión de hoy es deciros que tenemos que querer a nuestros maestros y darles confianza”.

Carles nos ofreció “una exclusiva mundial”, pues conoce “el origen de la tensión” de la relación entre profes y padres. ¿Y cuál es?: “La escuela infantil, porque los padres de las escuelas infantiles somos los más patéticos, primerizos, nerviosos y tensos. La primera reunión en la escuela infantil con las sillitas pequeñas no va bien. Te da calambre y lo terminas asociando”, nos dice entre risas. Y nos cuenta una anécdota que demuestra que “la vida sexual de la pareja queda destrozada, como sabéis los que estáis aquí un sábado por la mañana, porque si no no estaríais”: de madrugada tu pareja te pide que mires en la mochila de tu hija a ver si hay notitas de las maestras de la escuela. Y encuentra una que dice: “Mañana empieza la primavera, tenéis que llevar una plantita”. Carles confiesa que “ya vas tenso porque vas al cole sin la plantita”. Carles dice que la relación ya empieza mal “porque no nos miramos a los ojos. Un día la maestra del jardín de infancia le dijo a mi hija de 9 meses mirándole a los ojos cuando me la entregaba: Recuérdale a papá que hace días que se han acabado las toallitas. Yo llegué a casa emocionado, pensando que mi hija hablaba porque ya le daban los recados a ella. Hasta que entendí que hablamos por bebé interpuesto”. Por eso, Carles no se quiso quedar atrás: “Al día siguiente, mientras dejaba a mi hija, la miré a ella a los ojos y le dije: “Dile a la maestra que papá ya ha llevado las toallitas y que por un día no hacía falta la bronquita de ayer”. En un tono más serio, Carles nos recuerda que “tenemos que mirarnos a los ojos, podemos hablarnos, somos adultos con un proyecto común que es esta niña que nos estamos pasando”. Y esto no es solo responsabilidad de los maestros, nos recuerda con otra anécdota: “Yo he encontrado alguna madre que deja a su hijo por la mañana y no se van de la clase hasta que el niño llora. El niño está distraído y van diciendo: Mamá se vaaa, ya no me verás en todo el día… Esto no funciona así, la entrega de un niño debe ser a traición, que le dices: “Mira, mira, mira” y te vas”.

Otro de los puntos que quiso destacar Carles sobre la relación entre profes y padres es “que no ayuda el relato que hacemos. Una de las cosas que más me gusta de Gestionando Hijos es que compartamos lo divertido que ecarless educar”, mientras que, en general “el relato de la educación es un relato negativo. La palabra más asociada a escolar es fracaso. Hablamos de los problemas de la educación, cuando la educación no es un problema, es la solución”. El relato que hacemos de la profesión de maestro tampoco es muy positivo, abunda Carles, contando que “si un extraterrestre pone en Google maestro, saldrán cuatro temas: la huelga de los maestros, las vacaciones de los maestros, la depresión de los maestros y el estrés de los maestros. Y el extraterrestre dirá que los maestros son muy raros, porque si hacen todo el día huelga y vacaciones ¿cómo se van a estresar y deprimir?”. Elementos para crear otro relato más positivo no faltan, nos recuerda Carles, porque “alrededor de los maestros estos años he encontrado ilusión, vocación, pasión, pero no hablamos de eso”.

Otro de los motivos del desencuentro entre padres y profes, según Carles, es que “confundimos educar con parir. Parir es el inicio, no es el final. Hay 200 manuales en el embarazo. Y hay manuales sobre cómo esperar. Pues esperando”, nos dice, recordando que “hay 100 manuales sobre el primer año, cuando es una época maravillosa porque es el único en el que dejas a un bebé en un sitio y te lo encuentras en el mismo sitio. Cuando hay que educarle, del año a los 16, hay menos manuales y los dejamos en el cole y además no colaboramos.  A veces los padres estamos tan agotados con el embarazo y con el parto y con el primer año que nos ponemos a descansar. Y nos echamos una siesta de quince años en los que queremos que nos lo lleven los maestros”, y después volvemos a los libros con “Socorro, mi hijo es adolescente”. Carles confiesa que encuentra a gente obsesionada con el parto, sobre el mes en el que va a nacer. “Pregúntate mejor qué harás el resto de tu vida, porque es para siempre. Si quieres hablar de fechas, pregúntate qué edad tendrás tú cuando tu hijo tenga 15 años y tengas que ir de madrugada a buscarlo a la discoteca”. Carles nos cuenta que tiene “un amigo de 65 años que ha sido padre ahora y el otro día le dije: “No es por nada, que sepas que a los 80 años tendrás que ir a las cuatro de la madrugada a un polígono a buscar a tu hijo. Que a lo mejor no tienes carnet de conducir, yo iría ahorrando para taxis”.

Tenemos que asumir que el día que nace empieza todo y que es para siempre, palabras maravillosas que suenan a condena.              

Otro de los motivos por los que escuela y familia a veces no se relacionan bien es porque solemos desprestigiar los temas de los niños y la educación. Cuando empezó a dirigir el periódico, le felicitaron y le dijeron que pensaban que “iba acarles 2016 vert ir fatal “porque como venías de hacer la cosita esa de los niños”. Si tú eres un periodista de economía, que por cierto has dicho mentiras mientras el mundo se hundía, eres alguien respetable, si eres periodista de temas de educación te dicen: “Pobrecito, todavía estás con la cosita de los niños”…” Esto le lleva a decir que “la gente confunde el tamaño de los niños con el tamaño de la responsabilidad que tenemos maestros, padres y profesores. Es importante que reivindiquemos que no hay nada más importante que ser maestro, por eso os pido hoy que por la mañana os levantéis y agradezcáis a los maestros el trabajo que hacen”.

Ahondando en cómo ven pedagogos el trabajo del maestro, Carles nos cuenta que le encanta una cita del pedagogo y maestro Jaume Cela que dice que “un maestro debe querer más a sus alumnos que a su asignatura”. Gregorio Luri, dice Carles Capdevilla, considera que “un maestro tiene la obligación de ser optimista”. “Un maestro tiene que confiar en los alumnos. Y por eso yo creo que el activo más importante de la sociedad es el estado de ánimo de los maestros”. Otra pedagoga, María Jesús Comellas, dice que “el maestro debe dejarse seducir por los alumnos. Tiene que entrar en el aula pensando que se encontrará con personas con las que aprenderá”. A Eva Bach le preguntó qué verbos conjuga un maestro y dijo “acompañar, orientar, extraer, fertilizar pero sobre todo amar”. Padres y madres tenemos que celebrar que estos maestros a los que criticamos en la puerta de la escuela es gente que quiere a sus alumnos. Y nos cuenta la historia de una amiga suya que cuando ve que un alumno viene de una familia en dificultad les busca trabajo o una beca comedor. “Un buen artesano duerme feliz. Y mi amiga duerme feliz entre otras cosas porque  está reventada trabajando 14 horas buscando trabajo”.

Volviendo a la idea del relato, Carles comenta que padres y profes “hacemos un relato tenso de nuestra relación. Y el relato es lo más importante”.  Y para mostrar su importancia nos cuenta que puede hacer dos relatos sobre su trabajo en el encuentro Gestionando Hijos: “Puedo decir: “Mira, fatal, porque llovía, he estado en esto de Gestionando Hijos con 1.000 padres con poco criterio y poco trabajo, perdiendo la mañana, me han hecho hablar de los maestros, y ahora tengo que coger el coche lloviendo para ir a Alicante…”. Yo puedo hacer un relato negativo y me lo creeré. Y en cambio yo tengo otra versión: “Ha ido fantástico, me siento el tío más privilegiado del mundo, hace un año me invitaron a Gestionando Hijos, el vídeo de la ponencia se ha hecho viral, me invitan a todas partes por culpa de Leo y de este vídeo. Me han invitado por tercera vez, me han pedido que hable de los maestros, lo he hecho, la gente me ha escuchado, incluso he hablado cinco minutos en serio, que es algo raro en mí, y además tengo la sensación de que he convencido a tres. Y además tengo la suerte de que esta tarde me esperan en Alicante y voy a conducir escuchando música y sin mis hijos, que es todavía más fantástico. Por tanto, decíos cosas bonitas por las mañanas. Decíos: “Soy maestro, qué profesión que tengo, tengo 27 niños esperándome y lo haré muy bien” o “Soy padre o madre, en un momento en el que hay oportunidades y existe Gestionando Hijos, nos ayudan expertos, tengo una buena escuela, con una buena maestra y ahora cuando le deje a mi hijo voy a sonreírle y le diré “Gracias, porque somos un equipo y porque necesitamos maestros y profesores motivados”. Y Carles acabó lanzando un “¡Vivan los profes!”

Carles Capdevila intervino en la cuarta edición Gestionando hijos el 7 de mayo de 2016 en Barcelona con el patrocinio de Fundación SM, Cruïlla, Xarxa Ford de Catalunya y Lidl. ¡Gracias por vuestra compañía!

http://www.gestionandohijos.com/ponencia-de-carles-capdevila-vivan-los-profes/

¿CÓMO TENER ÉXITO EN LA EDUCACIÓN EMOCIONAL DE TUS HIJOS?

Puedes enseñar a tus hijos a cruzar los semáforos en verde, a cuidar de sus mascotas, les puedes enseñar a leer y a multiplicar, e incluso reciclar la basura que se produce en casa. Ahora bien, ¿le enseñas también expresar sus sentimientos? ¿A que diga en voz alta aquello que siente antes de que se encierre en su habitación con un portazo?

La educación no se basa solo en llenar una mente vacía con conocimientos y datos que acumular. Educar es ofrecer también estrategias con las cuales valerse en este mundo complejo para aprender a ser feliz y, a la vez, hacer felices a otros. Es vital que valores la educación emocional de tus hijos como un propósito que atender cada día.

¿Cómo desarrollar la educación emocional en tus hijos?

Educar es también ofrecer amor, caricias, palabras y rutinas. La hora de alimentarse, las horas de dormir, esa sonrisa en la que los niños se ven reflejados y que intentan imitar. Esa voz que les da aliento y apoyo, que les ofrece seguridad en cada paso que emprenden, ese refuerzo que les anima a ser valientes después de cada caída… Todo ello también es educación emocional.

La verdadera aventura llega a partir de los 8 años. En esta edad, los niños empiezan ya a hacerse unos esquemas de lo que es el mundo y de lo que son ellos. Disponen ya un sentido de la justicia y tienen muy en cuenta lo que está bien y lo que está mal. A partir de esta edad, van a asentar su personalidad, sus intereses. Van a asomarse al mundo con una curiosidad más amplia, ahí donde nosotros somos la clave para ofrecerles apoyo, autonomía y ese cariño cotidiano.

Ten en cuenta pues qué dimensiones debes fomentar como parte de la educación emocional de tus hijos:

1. Autoconocimiento.
Los niños deben crecer siendo la mejor versión de ellos mismos. ¿Qué significa esto? Que deben ser conscientes de su potencial y de sus limitaciones. Enséñales el valor de hacer las cosas por sí mismos, de ser autónomos para que puedan ver, día a día, todo lo que son capaces de hacer, lo que se les da bien y lo que se les da mal.

Ten mucho cuidado con la sobreprotección o, de lo contrario, impedirás el que sean responsables de sí mismos el día de mañana o el que dispongan de una buena autoestima. Permíteles crecer apoyándolos en cada paso que den, sin olvidar tampoco que cada vez que se equivoquen en algo, no debes sancionarlos, sino enseñarles cómo pueden hacerlo mejor.

2. Dales responsabilidades.
Una persona responsable de sí misma tiene madurez emocional. Es alguien que no depende de los demás para hacer cosas y que, además, confía en sí mismo. A medida que se hagan mayores, ponles más responsabilidades. Deben aprender que la vida no son solo derechos y libertades, sino que todos hemos de ser responsables de nuestras cosas para ser autónomos.

3. Aprender a ser feliz pero también a aceptar la frustación.
Desde muy pequeños deben ser capaces de entender que no lo pueden tener todo. Cada vez que reciban una negativa por tu parte, no deben responder a la desesperada como si se terminara el mundo. Pongamos un ejemplo:

Tu hijo, con 8 años, te pide que le compres un móvil. Obviamente aún es demasiado joven para ello, así que debes argumentárselo y debe comprenderlo. Si coge una rabieta, si golpea los muebles y te grita, es un niño que no ha aprendido aún a aceptar la frustración, y ello, a largo plazo, le va a ocasionar una gran infelicidad. Gestiona adecuadamente estas situaciones, razona, pon límites, explica y haz que comprenda cada decisión.

4. La importancia del “bien común” y el “todos ganamos”.
La vida no es una isla en la que transitar en soledad. Todos nosotros vivimos en una sociedad con otras personas que forman parte de nuestra cotidianidad, establecemos vínculos y crecemos personal y emocionalmente unos con otros.

¿Qué significa esto?. Que, para tener éxito en la educación emocional de nuestros hijos, hemos de trabajar también estas dimensiones:

  • Fomentar la empatía, el que reconozcan las emociones en los demás, en sus abuelos, sus hermanos, sus amigos.
  • Entender que si yo hago algo malo, ello repercute también en los demás. Si yo me esfuerzo en ser respetuoso, en comprender y hacer felices a los demás, “todos ganamos”. Si yo regalo una sonrisa, lo más probable es que me respondan con lo mismo. Las emociones positivas son siempre las más poderosas.
  • También es importante conseguir que los niños aprendan a hacerse felices a sí mismos, es decir, deben valorar el disfrutar de sus aficiones, el emprender cosas nuevas que les aporten conocimiento y satisfacción y el saber también que quererse a uno mismo es un arma poderosa. Con una buena autoestima, con una buena aceptación física y emocional, también será capaz de amar mejor a los demás.

Con una correcta educación emocional estaremos enseñando a nuestros hijos a ser ciudadanos justos, a la vez que fomentamos su felicidad futura. 

http://consejosdelconejo.com/2016/07/03/exito-la-educacion-emocional-tus-hijos/

El Ministerio del Tiempo: una nueva forma de dar clase

Un ministerio secreto con un sinfín de puertas que conectan con épocas pasadas como escenario. Un grupo de funcionarios que día sí, día también, debe viajar en el tiempo a codearse con héroes como El Cid o Cristóbal Colón. Una misión: intentar que la historia de España nunca cambie. Es, en resumen, el argumento de El Ministerio del Tiempo, la serie creada por los hermanos Olivares que ha revolucionado la hasta ahora prácticamente inexistente ciencia ficción patria y que, además, ha comenzado ya a abrirse paso en el terreno de la educación.

Más allá de la obvia utilidad de una serie como esta a la hora de mostrarles a los estudiantes los pormenores de la historia de nuestro país, El Ministerio del Tiempo se ha destapado como un vehículo idóneo para guiar a alumnos de Primaria por todas sus asignaturas. Esto es lo que hace un proyecto de Pedro Camacho llamado MdT-Tiempo de Cambio.

Este jiennense que ejerce como maestro de sexto de Primaria en el C.E.I.P. Los Cuatro Caños de Vera, Almería, ha creado un sistema de enseñanza que utiliza el gancho de la propia serie. Adiós a las aburridas clases ante la pizarra y con un libro de texto delante. Al menos, durante el último trimestre de este curso, cuando Camacho ha llevado a sus clases esta nueva experiencia docente.

Para empezar, los estudiantes se dividen en patrullas de cuatro componentes (algo que ya supone una diferencia de peso respecto a las aulas abarrotadas de alumnos contemplando al profesor) que disponen de tres herramientas indispensables: un dosier de trabajo, un ordenador y el libro de texto en cuestión.

Tal y como explica Camacho a Yorokobu, «los estudiantes son aspirantes a convertirse en funcionarios del ministerio, y el colegio es la academia de formación que elegirá a los mejores». El docente es, además de maestro, enlace con la institución ministerial.

A partir de ahí, los alumnos reciben, a través del canal de YouTube del propio profesor, las distintas misiones que deberán cumplir y que les servirán para trabajar contenidos específicos de distintas asignaturas, algo que se les exigirá como requisito indispensable para llegar a ser funcionarios. «De este modo, yo explico muy poco y ellos investigan mucho», resume Camacho.

Camacho reconoce que este proyecto «surge como una explosión de frustración». De hecho, el profesor explica que tanto su mujer como él acostumbraban a solucionar el mundo educativo «como los españoles arreglamos la alineación de la selección; es decir, quejándonos mucho».

Sin embargo, cinco minutos antes de que arrancara la segunda temporada de la serie, el también escritor de obras de fantasía preguntó a su mujer: «¿Y si usáramos El Ministerio del Tiempo como hilo conductor de la clase?».

Camacho, que pretende hacer algo semejante el próximo curso utilizando como vehículo educativo sus propias novelas, explica que gamificar las asignaturas ha tenido resultado: «Trabajan mucho más, pero principalmente en el colegio, no en casa, pues no hay deberes entre semana», cuenta. Además, el profesor aclara que, con el proyecto integrado basado en El Ministerio del Tiempo, sus alumnos no se han sentido constantemente evaluados y, a la vez, «trabajan de modo significativo, eficaz y divertido».

‘Gamificando’ con otras series

Lejos del colegio en el que Camacho ha utilizado el planteamiento de El Ministerio del Tiempo como alternativa educativa, otro profesor hace lo propio con la creación más famosa de Javier y Pablo Olivares. Se trata de Natxo Maté, que ya había utilizado previamente otras series para gamificar la asignatura de ciencias sociales de segundo de la E.S.O. que imparte en un centro de Badalona.

Tal y como explica Maté, la serie española le ha permitido desarrollar en el aula los contenidos de la asignatura, que no son otros que los vinculados a la Historia Medieval en la península. «Sin embargo, nos quedamos cortos si hablamos sólo de los contenidos», aclara este licenciado en Historia. «La propuesta permite trabajar las habilidades, competencias y actitudes de los alumnos».

En su caso, a través de una web propia, Maté desarrolla unas claras normas para el juego: los alumnos empezaron siendo «becarios no contratados» y podían llegar a ostentar el cargo de ministro. ¿Cómo? Acumulando los puntos de experiencia que ganarían al superar las misiones que se les encomendaron a lo largo del segundo trimestre del curso que acaba de finalizar. «El alumno siente que forma parte de una historia que le es familiar, y cuanto más conocida le es la ambientación, más rápidamente aceptan la nueva situación en el aula», comenta el profesor, que ya antes había experimentado con otro fenómeno televisivo: Juego de tronos.

Si bien el mundo de los Targaryen y los Stark está repleto de personajes y sucesos poco históricos, como dragones, Maté explica que «es el mismo mundo que habitaba la gente del Medievo: ellos también creían en dragones, sabían que el cuerno de unicornio tenía la capacidad de sanar a las víctimas de envenenamiento y que había determinadas noches y días del año que eran mágicos».

Además, y tal y como señala Camacho, cualquier serie con calidad es digna de convertirse en el método alternativo de enseñanza utilizado en un aula. Juego de tronos y El Ministerio del Tiempo ya han complementado de forma lúdica los libros de texto en las aulas de estos profesores. Quizás, con suerte, la metodología se extienda por otros centros. Es «difícil por la falta de tiempo, pero no imposible», sentencia Maté.

‘El Ministerio del Tiempo’: una nueva forma de dar clase en Primaria

FP Básica para alumnos con DF

Los mayores de 21 años con discapacidad se quedan fuera de la FP Básica

Las familias creen que la normativa «vulnera los derechos fundamentales» de estos alumnos.

Alejandro tiene 21 años y diversidad funcional. Hasta hace un mes estudiaba primer curso de un programa específico de FP Básica en el IES Universidad Laboral. Sin embargo, la normativa existente lo echará del sistema educativo y, sin no hay novedad de última hora, le impedirá matricularse en el segundo curso. Esto significa que se queda sin conseguir el certificado de profesionalidad reconocido en el ámbito europeo. Se esperaba la intervención de la Consejería de Educación con la publicación de instrucciones que permitiesen a Alejandro y a sus compañeros continuar con su formación. Sin embargo, el plazo de matriculación termina el lunes y no ha habido novedades. Las familias creen que se trata de una «vulneración de los derechos fundamentales» por razón de discapacidad.

«A mi hijo le están impidiendo que adquiera una formación para el empleo, me parece una vergüenza que no le dejen seguir estudiando», critica Carmen Morales, madre de Alejandro y presidenta de la asociación nacional Solcom. «No han sacado ninguna instrucción que diga lo contrario y con la normativa del 9 de junio de 2015 en la mano se les echa a la calle», agrega Morales. Esta madre habla de la incongruencia de la norma ya que «se refiere a unidades o centros de educación especial de los cuales no se obtienen certificados de profesionalidad». Y otro agravante, señala, es que algunos alumnos que cursan esta FP Básica comenzaron con los programas de PCPI. «Cuando Alejandro y su grupo empiezan a estudiar, los menores de 22 podían entrar. Eso en 2008 y ahora sacan una orden el año pasado que cambia las condiciones con las que ellos accedieron al estudio y les perjudica, no se comprende», añade la presidenta de Solcom. También apunta que «si la orden deja entrar a los alumnos hasta con 19 años y pueden repetir dos veces cada curso, podrían salir con 25 y, sin embargo, ponen el límite en los 21».
Los cinco alumnos afectados han entregado su solicitud de matrícula pero «el centro ya nos ha transmitido que no hay novedad», por lo que suponen que saldrán como no admitidos en la lista.

Una lucha continúa para los alumnos con diversidad funcional y sus familias!!

PADRES Y COLE

La importancia de crear comunidad entre padres y centro escolar:

La responsabilidad por la educación de los niños empieza con sus padres, quienes actúan como modelos y profesores. Sin embargo, en el momento que el niño entra en la escuela, este proceso se convierte en una colaboración mutua entre el centro educativo y la familia.  De este modo, comenzará un intercambio permanente de pequeñas y grandes recompensas por el cual, tanto los padres como el centro escolar, pasarán a crear conjuntamente un “sistema educativo” para el alumno compartiendo el mismo objetivo: un desarrollo pleno y en armonía.

Hoy en día, cada una de las nuevas reformas educativas que se plantean reconocen la necesidad de que exista una colaboración estrecha entre padres y escuelas. Sin embargo, según el informe Comunicación entre la familia y el centro educativo desde la percepción de los padres y madres de los alumnos, realizado en 2010 por la Universidad de Murcia, “resulta sorprendente que buscando familias y escuela el mismo objetivo, exista una distancia, un recelo y un enfrentamiento tan consistente como se observa en algunos lugares”. Es por ello que este tipo de pensamiento puede acarrear problemas serios en la evolución escolar del alumno.

Beneficios de la participación de los padres en el ámbito escolar  

Afortunadamente, y equilibrando la balanza, cuando el centro escolar incorpora el mundo de los padres a sus proyectos, se nota un aumento notable en el rendimiento del alumno y también en su autoestimaNo se trata solamente de que los padres participen en la cultura de la escuela, sino que también aporten de forma activa sus propias ideas, conocimientos y vivencias. Esta es una manera saludable para que los padres dejen de verse a sí mismos como parte del problema y se conviertan en parte de la solución.

Acciones conjuntas entre los padres y la escuela

Cuando el vínculo entre padres y escuela vuelve proactivo, ellos se convierten en  agentes “co-educadores”.  De esta manera, cuando hace falta crear una comisión de trabajo, los recursos de los padres estarán al alcance de la escuela.  La participación de los padres puede ser muy variada. Por ejemplo, pueden organizar charlas que incorpora sus propias experiencias en las distintas profesiones y talleres que incorporan sus inquietudes o simplemente ofreciendo apoyo en tareas de lectura para estudiantes con dificultades idiomáticas. De esta forma, la escuela recibe una contribución muy positiva por parte de los padres que aportarán a los alumnos su visión y experiencia personal sobre lo que les espera una vez que hayan terminado la educación académica.

Dado que la educación es una tarea compartida, es de vital importancia que todos los integrantes en el proceso educativo creen, nutran y trabajen sus competencias comunicativas. A su vez, esto abrirá la puerta a un espacio para el intercambio de opiniones entre todos los integrantes en dicho proceso, lo que llevaría a un crecimiento en la confianza en sí mismo. Por tanto, es imprescindible que una buena comunicación, el “feedback” y la confianza mutua se conviertan en recursos que establezcan una especie de “ida y vuelta” entre padres y el centro escolar.

Es decir, cuando la comunicación va mejorando día  a día,  a su vez irá creciendo la confianza gradualmente; y todo ello,  repercutirá favorablemente en el entorno familiar. De esta manera, la identidad de la escuela, no solamente quedará reflejada en sus alumnos y sus docentes, sino también en los padres y la sensación de comunidad que se va creando terminará transcendiendo el ámbito escolar.

Autora: Gillian Bulbeck
Coach/Facilitadora

La importancia de crear comunidad entre padres y centro escolar.

NIÑO TRISTE, ADOLESCENTE ENFADADO

La DEPRESIÓN no es sólo cosa de adultos, cómo se había llegado a pensar. NIÑOS y ADOLESCENTES también la sufren.

¿Por qué se puede deprimir un niño?, ¿cómo lo detectamos?, ¿qué podemos hacer?, ¿cómo se trata una depresión infantil?, ¿y en la adolescencia?

En el  Blog de pares de Catalunya Ràdio han hablado con la doctora Montse Pàmias, presidenta de la Sociedad Catalana de Psiquiatría Infantil y jefe del Departamento de Psiquiatría Infantil del Hospital Parc Taulí de Sabadell.

La depresión infantil es una situación vital de cambio. Un niño o un adolescente que hasta el momento tenía un estado de vida normal y estable, y de pronto hay una ruptura. Empiezan a aparecer unos síntomas, y esos síntomas son síntomas depresivos. Es algo que puede pasar en cualquier edad.

Antes se creía que no existía la depresión infantil.

A mediados del siglo pasado había algunas voces, algunos autores, que dudaban de la existencia de la depresión en los niños, alegando que la depresión no se podía dar en un sujeto cuya  personalidad no estaba del todo estructurada. Es cierto que la personalidad de los niños no está totalmente estructurada, pero lo que ahora sí sabemos es que los niños pueden tener depresión, cómo los adolescentes y cómo los adultos.

Las características de esta depresión serán diferentes en la infancia y en la adolescencia, y también algo diferentes que en la edad adulta.

¿Por qué sospechamos que un niño puede estar deprimido?

El síntoma principal en los niños suele ser la TRISTEZA, igual que en la edad adulta. En los adolescentes, en cambio, muchas veces el síntoma  principal es la IRRITABILIDAD: un niño ENFADADO permanentemente, durante un período de tiempo mantenido.

Otros síntomas que encontramos en los niños más pequeños están relacionados con el pensamiento que tienen. Cuando una persona sufre una depresión tiene una distorsión de su entorno, y ve las cosas de una forma claramente más negativa.

Es en el colegio donde detectan a menudo que algo no va bien.

A veces son los profesores los que detectan la sintomatología depresiva y avisan a la familia: un niño que tiene un buen rendimiento habitual y de repente, un trimestre, este comienza a bajar de golpe, y además al pequeño se le ve más apagado.

De entrada decir a los padres que, si son los profesores los que han dado la voz de alerta, la actitud no ha de ser de culpabilidad. Nadie está culpando a los padres, se trata de encontrar una solución para la posible depresión que tiene el niño.

El niño deprimido lo pasa muy mal.

Se siente CULPABLE: “por mi culpa mis padres se han separado”,  “por mi culpa han regañado a mi hermano”, “por mi culpa no iremos de excursión los de la clase”,… el niño tiene sentimientos de culpa.

Otro sentimiento que tiene es de INCAPACIDAD: “seré incapaz de pasar a segundo de primaria”, “seré incapaz de ir al partido de baloncesto y jugar”,… un sentimiento de incapacidad en cosas que son habituales en los niños y que a él le cuesta hacerlas.

También siente miedo. Miedo a que papá o mamá se olviden y no vayan a recogerlo a la salida del cole, o miedo a que sus padres tengan un accidente,… Decir que cuando se dan estos miedos no siempre quiere decir que haya una depresión. Hay niños con ansiedad que los tienen. Pero cuando estos miedos están en el contexto de ánimo bajo y ese pensamiento más negativo, entonces son más síntomas depresivos.

Los niños continúan con sus rutinas, pero arrastrándose.

Es como si el niño fuese a cámara lenta. Las actividades que antes tenía ganas de hacer, le apetece menos  hacerlas, han de tirar de él.

Sí que es verdad que en la edad adulta, cuando se sufre una depresión, se dejan de hacer actividades que antes se realizaban. Los niños lo tienen más difícil: sus padres les llevan a los sitios, tanto si quieren cómo si no. Por lo que no es que dejen de hacer las actividades, pero no disfrutan como lo hacían antes. Están cómo más apagados.

En el comer y el dormir también puede haber cambios.

Habitualmente se da una reducción del apetito en los niños. En los adolescentes puede ser lo contrario, un incremento del apetito.

Normalmente también hay una alteración del sueño. Esta alteración en los niños con depresión es más inespecífica, no es tanto cómo en los adultos que es un despertar muy temprano, a las tres de la mañana o a las dos. En los niños, a veces es este despertar precoz, a veces es que les cuesta coger el sueño, a veces el sueño es fraccionado.

¿Por qué se deprimen los niños?

Sabemos que hay una parte que es biológica, genética, hereditaria. Hay una predisposición de nuestro cerebro que heredamos. Los mecanismos de esta herencia no están aún muy claros, se están estudiando, pero están.

Por otro lado hay factores externos que nos influencian y pueden precipitar una depresión: pérdidas, separaciones,… o pueden ser hechos que tengan poco peso pero que a ese niño, y en esa situación, le hayan podido provocar una situación depresiva.

Es una interacción entre los genes y el ambiente que se puede producir en cualquier edad de la vida.

Sí que es verdad que en el caso de los niños el hecho de tener un cerebro más plástico, y por ser más dependientes de su entorno que una persona adulta, el entorno del niño tendrá una importancia claramente superior a la que tiene en la edad adulta.

Es algo que vemos especialmente en casos de acoso escolar. Los adolescentes son muy dependientes de su entorno. Sentirse rechazado, maltratado y menospreciado por tus iguales y por tu entorno es un desencadenante muy potente. Si el chico tiene una vulnerabilidad puede acabar sufriendo una depresión. Y puede acabar con un intento de suicidio o con un suicidio.

Una situación de bullying se hace sobre un niño que evidentemente tiene unas características de personalidad, de situación, de relación con los otros,… unas características que han hecho que ante una determinada situación no sea capaz de pedir ayuda, que el mismo no haya sido capaz de resolver la situación o su entorno no le haya protegido lo suficiente. No es que el niño sea culpable, pero tenemos un niño con una vulnerabilidad y con una situación personal que lo hace vulnerable al bullying. Puede ser que esta vulnerabilidad, en una situación de bullying, baje más el ánimo y provoque una depresión.

¿Y en chicos y chicas mayores?

En los adolescentes una de las cosas que se han de diagnosticar es el consumo de cannabis.

El consumo de cannabis en régimen de dependencia, consumido de una manera mantenida, puede crear una sintomatología de desmotivación que puede parecer una sintomatología depresiva. Por lo que es una de las cosas que se han de investigar y, si es necesario, tratar con los adolescentes.

Ante la sospecha de que un niño está deprimido ¿qué hacemos?

A veces lo que primero detectan los padres es que su hijo está más apagado, que tiene menos apetito, que hay una alteración del sueño,… Estos síntomas físicos son los primeros que llaman la atención. Es lógico entonces pasar por el primer agente de salud que es el pediatra.

De hecho va muy bien que sea así, porque se ha de hacer un diagnóstico diferencial con la enfermedad médica. Algunas enfermedades, cómo la mononucleosis infecciosa, algunas anemias, incluso algunos tipos de leucemia, pueden comenzar con síntomas físicos que se parecen a la depresión. Por tanto este primer cribado del pediatra, que valore al niño orgánicamente y descarte la patología médica es esencial.

¿Cómo se diagnostica la depresión?

Para que se pueda diagnosticar una depresión los síntomas han de ser de una determinada gravedad y han de durar un tiempo determinado. Aunque haya una separación de los padres, puede haber una depresión detrás. El hecho de que el desencadenante sea externo, no quiere decir que el menor no pueda tener una depresión.

Se diagnostica una depresión evidentemente primero descartando la patología orgánica y, a partir de aquí, hablando e identificando los síntomas en el niño. Explorando clínicamente al menor, hablando con los padres y muchas veces también con la escuela. Son los dos entornos más importantes del niño. Con esto se identifican los síntomas, la intensidad y la duración, necesarios para confirmar un diagnóstico de depresión.

¿Y en este caso deberemos ser menos exigentes?

A veces se ha de recomendar a los padres que reduzcan la presión exterior, sobre todo cuando está comenzando una depresión. En ese momento, la sensación de incapacidad que siente el niño, añadida a la presión qué él cree que tiene por parte de sus padres (porque a veces es la percepción que tiene el niño de la presión que están ejerciendo sus padres) hace que el pequeño sienta que no puede con lo que le están pidiendo. Y eso empeora la sintomatología.

¿Y el tratamiento?

Cuando la depresión es leve, o leve-moderada, se hace un tratamiento psicológico. La terapia psicológica que funciona en los niños es la terapia cognitiva conductual. Se analiza su conducta y sus pensamientos, se le dan estrategias para identificar esos pensamientos distorsionados, qué puede hacer para modificarlos, qué puede hacer para que su conducta no sea de aislamiento. Siempre en este trabajo se incluirá también a la familia.

¿Y en los casos más complicados?

Entonces se plantea el dar tratamiento farmacológico. Cuando se utiliza un tratamiento farmacológico en la depresión infantil, que se ha de utilizar cuando la sintomatología es moderada o grave y sobre todo cuando hay ideas de suicidio, siempre es conjuntamente con la terapia psicológica.

¿Cuesta a los padres aceptar la medicación?

En general hay cierta reticencia a la hora de medicar a un niño por depresión. Se trata de explicar a los padres los estudios que hay detrás, la evidencia de la mejora.

Es un miedo inicial. Cuando los padres ven que, entre la terapia psicológica y el tratamiento farmacológico, su hijo va mejorando, vuelve a reír, a jugar, y vuelve a ser el niño de antes, los padres son los que primero defienden el utilizar todas las estrategias que tengamos a nuestro alcance para ayudar al niño.

¿Qué ocurre si no se trata la depresión?

Imaginemos que no tratamos una depresión en seis meses, por ejemplo ¿qué pasaría?, pues que se cronificaría y duraría unos meses más. Seguramente al final acabaría resolviéndose, pero se ha perdido un tiempo que es vital. Seis meses en un niño de seis años, equivale casi a un 10% de su vida.

No ofrecer ayuda puede comportar problemas en un futuro.

Se acaba resolviendo, pero durante unos meses ese niño ha dejado de poder estudiar con normalidad, porque hace falta concentración. Baja el rendimiento escolar, está más triste, más aislado. Es una ruptura vital que hace que el niño no siga el desarrollo normal. Por tanto hay un parón en el desarrollo de la personalidad debido a esta depresión. Además el problema se puede acabar cronificando, cuando la depresión es una situación que no tiene por qué ser crónica si se detecta y se trata adecuadamente.

Hemos de estar al tanto si el niño habla de la muerte.

Siempre se han de valorar las ideas de muerte en la depresión. SIEMPRE. Sea cual sea la edad del niño.

Es cierto que los niños más pequeños no tienen el concepto de la muerte bien establecido: no la perciben como un hecho irreversible. Cuando son muy pequeños piensan que la muerte es un acto transitorio. Más adelante piensan que la muerte está personificada en alguien que se lleva a una persona y la traslada a otro lugar. Es alrededor de los nueve años cuando ya el niño tiene una idea más concreta y más clara de la irreversibilidad de la muerte.

Por tanto siempre se ha de preguntar por las ideas de muerte a un niño con depresión, porque es un síntoma.

Finalmente decir que la depresión infantil es un trastorno que se puede identificar y se puede tratar. Que con el tratamiento adecuado se resuelve y no tiene por qué haber una recaída más adelante.

http://www.ccma.cat/catradio/alacarta/blog-de-pares/blog-de-pares-nen-trist-adolescent-enrabiat-la-depressio-no-afecta-nomes-els-adults/audio/740946/

Niño TRISTE, adolescente ENFADADO

EDUCAR EN LA FELICIDAD

Todos los padres y madres quieren tener hijos felices. Buscan de alguna manera de educar en la felicidad. Hacen todo lo que esté en su mano para que a su hijo no le falte de nada y sea el mejor. Se les compra toda clase de juguetes que ellos quieren, para que estén contentos, y si a la semana ya se han cansado pues les compramos otros; si no les gusta ni la verdura ni la fruta ni el pescado, les preparamos otra cosa porque claro, pobrecitos. También se les apunta a trescientas actividades extraescolares para que sepan de todo y en el cole se les exige siempre mejor nota de la que sacan, porque si Pablito ha sacado un diez, ellos también pueden.

Muchas veces algunos de estos comportamientos son inevitables, porque realmente los padres quieren lo mejor para sus hijos y pensamos que esta es la manera de dárselo y así conseguir que les vaya todo bien en la vida, pero ¿es realmente un niño feliz así? ¿Realmente los niños valoran tener cientos de juguetes o que se les deje hacer lo que ellos quieran? ¿Es mejor presionar a nuestro hijo para que saque un diez en lugar de reconocer lo mucho que ha trabajado y el esfuerzo que ha invertido en sacar un seis?

Lo que sí quieren los niños es la atención y la valoración de sus padres, familia, amigos… su cariño, su presencia y poder contar con ellos; sentirse útiles y capaces en sus actividades diarias, que su esfuerzo sea valorado y que no se les pidan objetivos que no pueden alcanzar. También quieren unos padres que sepan guiarles con normas y no que los dejen a su libre albedrío todo el rato porque esto les desconcierta. En definitiva, un niño necesita apoyo, afecto y normas para crecer sano y feliz.

¿Cómo es un niño feliz?

Todos estaremos de acuerdo en que definir la felicidad es algo complicado, pero hablando de niños sí que podríamos explicarla de forma general en estos seis puntos que ayudan a formar una buena autoestima y satisfacción personal, puntos clave para educar en felicidad.

  • Es optimista y alegre. Un niño feliz sabrá ver el lado positivo del problema a resolver, será más creativo a la hora de encontrar soluciones y no se derrumbará por las adversidades que pueda encontrarse; reduciendo así las probabilidades de depresión y estrés en un futuro.
  • Es seguro de sí mismo. Sabe confiar en sus capacidades a la hora de resolver problemas y enfrentar nuevas situaciones. La seguridad le lleva a tener ilusión y confianza en sus proyectos y a sentirse capaz de lograr sus objetivos.
  • Tiene iniciativa. Un niño feliz tiende a explorar por su cuenta siendo esta su principal fuente de conocimiento. El tener la seguridad del apoyo paterno le permite emprender nuevas aventuras y probar nuevas experiencias, porque sabe que sus padres estarán ahí si algo ocurre.
  • Es responsable de sus acciones. Un niño feliz tiene responsabilidades ajustadas a su edad, como hacer los deberes, mantener ordenada su habitación, lavarse los dientes o vestirse solo. Al contrario de lo que pueda parecer, los niños disfrutan este tipo de tareas porque les hacen sentirse más autónomos y mayores.
  • Es independiente. Conforme va creciendo va siendo capaz de ir realizando actividades sin la intervención constante de un adulto. Es consciente de que sus padres están ahí para apoyarle y ayudarle a crecer pero que es una persona independiente y también tiene su función. Está bien ayudarles, pero no hacer por ellos algo que puedan realizar solos.
  • Mantiene buenas relaciones con otros niños. Los momentos de juego y de relación con los demás niños son muy importantes en su desarrollo. Un niño feliz y bien ajustado generalmente tendrá más amigos y disfrutará más de estos momentos. Crear lazos con personas externas al círculo familiar y de edades similares a la suya le ayuda a crecer y a desenvolverse en otros ámbitos distintos.

¿Cómo conseguimos educar en la felicidad? 6 consejos prácticos.

Según los estudios, los niños mejor ajustados y más felices son los que tienen unos padres que proporcionan un alto nivel de apoyo y afecto a sus hijos junto con un alto nivel de control. A esta combinación se le conoce como estilo parental democrático. Unos padres democráticos ponen límites a sus hijos pero les explican los motivos (tendremos que olvidarnos del famoso “¡Porque lo digo yo!”). Son tolerantes con las demandas; están dispuestos a negociar cuando sea conveniente. Los niños que han crecido bajo este estilo tendrán una gran autoestima, alta competencia social y un buen nivel de rendimiento escolar. ¿Qué se puede hacer para conseguir todo esto? es decir, ¿cómo educar en la felicidad?

Fortalecer el vínculo de apego

El apego es la vinculación con los padres; las muestras de afecto, cariño, cercanía y apoyo que estos muestran con su hijo. Es lo que da al niño un sentido de seguridad, autoestima, confianza y autonomía. Es muy importante que perciba que puede contar con nosotros, y que vamos a estar a su lado pase lo que pase.

Es mejor dejar de lado lo material a la hora de mostrar a nuestro hijo lo que nos importa o para recompensarle por algo y, por ejemplo, si saca buenas notas decirle que nos sentimos orgullosos de él, que sabíamos que podía hacerlo y proponerle ir a pasar un día a algún lugar que le apetezca.

El tiempo que les dediquemos tiene que ser tiempo de calidad como podría ser ayudarles con los deberes, jugar con ellos, preguntarles acerca de su día en el cole y su relación con los amigos, etc.

La recompensa preferida por los niños es siempre nuestra atención por lo que tenemos que procurar pasar el máximo tiempo que podamos con ellos  y dejar en un segundo  lugar los regalos y caprichos.

Validar sus emociones

Muchas veces tendemos a decirles a los niños “no llores”, “no pasa nada”, “no te preocupes, eso es una tontería” etc, sólo por el hecho de que son pequeños y desde nuestra visión de adultos lo vemos todo muy fácil. Tendemos a pensar que simplificando el problema les estamos consolando.

No hay que menospreciar sus emociones y sentimientos sólo por su edad, porque a ellos les afectan de la misma forma que a nosotros las nuestras. Por el contrario debemos estar emocionalmente disponibles, tienen que encontrar en nosotros un apoyo, a alguien que les escucha, se interesa por sus preocupaciones y les da la importancia que se merecen. De esta forma los niños al sentirse reconfortados, resuelven su problema de una forma sana y ganan confianza en sí mismos.

Hablar con los niños sobre sus emociones y sentimientos nos permite también educarles en este ámbito imprescindible para la vida. Podemos ayudarles a reconocer y saber expresar adecuadamente sus emociones; siendo este un aspecto muy importante en su desarrollo y al que no siempre le prestamos la debida atención. Como dice Daniel Goleman en su libro Inteligencia Emocional “el aprendizaje no sucede como algo aislado de los sentimientos. De hecho, la alfabetización emocional es tan importante como el aprendizaje de las matemáticas o la lectura”.

Si te interesa saber más sobre inteligencia y control emocional, te recomiendo leer este artículo.

Validar sus opiniones

A pesar de que son los padres los que ponen los límites y las normas, es muy bueno que algunas de ellas se puedan negociar con los niños, de esta forma se sienten capaces de decidir, y que su opinión se valora.

Es crucial para su felicidad y seguridad que los niños se sientan valorados en cuanto a sus ideas y opiniones, así tendrán más motivación y tenderán a cooperar más. Por ejemplo, si en una clase les pedimos a ellos que establezcan las normas de buen comportamiento, está demostrado que las cumplen mucho más y con mejor actitud que si les son impuestas. Se sienten mucho más responsables y comprometidos.

Evidentemente, no siempre van a poder participar en todas las decisiones; como por ejemplo que no hay negociación posible en comerse un helado antes de cenar. A pesar de ello debemos escuchar su punto de vista, valorarlo y acordar, por ejemplo, que si se come toda la cena podrá tener el helado después.

No etiquetarles

Etiquetar a un niño es decirle a menudo que es “malo”, “desobediente”, “tonto”… sólo porque ha pegado a otro niño, no nos está haciendo caso, o ha suspendido una asignatura. Es decir, establecer un adjetivo general para él basado en que algunas veces se comporta así, en lugar de centrarnos en la actitud concreta.

Las etiquetas les van acompañando a lo largo de su vida y cada vez será más difícil eliminarlas, con lo que el niño en lugar de ser libre y responsable de sus acciones, estará enmarcado en unos patrones inamovibles.

Para los niños sus padres son sus referentes, los que lo saben todo, por tanto si ellos les etiquetan de malos, pensarán que es cierto, y lo que es peor, sentirán que tienen que cumplir ese papel porque es lo que son y seguirán pegando, con lo que en lugar de eliminar una conducta conseguimos afianzarla.

La manera de no etiquetarles es centrarnos en el comportamiento en concreto a la hora de regañarles, hacerles ver que lo que acaban de hacer no está bien, explicarles por qué, y que entiendan que no son malos por hacer algo malo. Así el niño no considera que sea “malo” o un “pegón”, si no que la actitud que tuvo estuvo mal porque si pega a los compañeros les hace daño.

De esta forma conseguimos que aprendan también de sus errores y actitudes inapropiadas y fortalecemos su autoestima haciéndoles conscientes de que pueden mejorar y no están encasillados de por vida en un papel.

Mejor recompensar que castigar

El castigo es una forma de que los niños aprendan que sus conductas no deseadas tienen una consecuencia cuando son demasiado pequeños para razonar con ellos. Pero por supuesto, para que el castigo cumpla su función, hay que dejar muy claro qué se ha hecho mal y en qué consistirá el castigo, que deberá ser siempre proporcional a la conducta.

Aun así puede ser que el niño no vea la conexión entre su comportamiento y la consecuencia, con lo que la conducta se seguirá repitiendo y se habrá creado una hostilidad hacia los padres.

Una alternativa es explicar al niño cuales son los comportamientos alternativos que sí debe tener y reforzarlos, para que así los repita.

Por ejemplo, si un niño pega a otro porque le ha quitado su juguete tendríamos dos opciones:

La primera (el castigo)  sería apartarlo diez minutos sin jugar. Al cabo de ese tiempo, volvería a jugar y si el otro niño le vuelve a quitar su juguete, reaccionaría de la misma forma, y nos tocaría castigarlo otra vez.

La segunda opción (actitud alternativa recompensada) consiste en decirle que lo que ha hecho no está bien a pesar de que le hayan quitado su juguete. Le diríamos también que pidiera perdón por haber pegado y que si vuelve a pasar lo mismo sería mejor idea que le pidiese al niño el juguete de vuelta y si esto no funciona, que pida ayuda a un adulto. Una vez el niño pide perdón podemos decirle que lo ha hecho muy bien, y si a la próxima vez acude a nosotros en lugar de pegar debemos mostrarle lo contentos que estamos de que esta vez lo haya hecho bien.

Muchas veces ocurre que los comportamientos inapropiados de los niños son debidos a que desconocen otra forma de actuar. Con esta técnica conseguimos que actúen motivados por hacer las cosas bien.

Ser un ejemplo

Dentro de educar en felicidad esta puede que sea la parte más difícil, porque por mucho que sabemos de sobra como se tienen que hacer las cosas, somos los primeros en hacer muchas veces lo contrario. El problema es que no podemos inculcar valores en los niños con la filosofía del “haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga”.

No podemos pretender que un niño no grite a los demás si nosotros cuando nos enfadamos le gritamos a él, o a nuestra pareja; o si le estamos obligando a acabarse el plato de la comida mientras tiramos la mitad del nuestro a la basura porque no nos apetece más. Los niños, que se fijan en absolutamente TODO, no tardarán en preguntar ¿mamá/papá y por qué tu sí y yo no? A lo que los padres suelen responder: ¡Porque la madre/el padre soy yo! O Porque yo ya soy mayor y puedo hacer lo que quiera. Y no es que les falte razón… pero no nos sorprendamos luego si nuestro hijo no nos hace caso.

Podemos seguir haciendo eso, o también podemos sacar provecho a servir de ejemplo a nuestros hijos, para así mejorar nuestros hábitos y comportamientos.

A fin de cuentas la influencia entre padres/educadores y los niños es recíproca. Así que todos nos beneficiamos de educar en la felicidad.

Resumiendo…

Para educar en felicidad tenemos que quedarnos con la idea de que las normas y los límites no son malos, al contrario, son completamente necesarios para proporcionar estabilidad y seguridad en la vida del niño. De esta forma, tendrá las herramientas necesarias para afrontar la vida conforme vaya creciendo y siendo más independiente.

No olvidemos tampoco el otro pilar fundamental que sostiene educar en la felicidad: el afecto, que ayudará a nuestros hijos a que tengan un mejor desarrollo emocional y ajuste conductual; serán más comunicativos y así se sentirán más respaldados y seguros.

Para que nuestro hijo sea un niño feliz no hay que colmarle de regalos y complacerle siempre en todo, ellos son felices con el simple hecho de que estemos presentes; como bien decía El Principito, “lo esencial es invisible para los ojos”.

Y para finalizar con una buena sonrisa, ¡Os dejo este video de la niña más feliz y positiva del mundo!

http://www.psicologiaenpositivo.org/un-pedacito-de-psicologia/educar-en-la-felicidad/

Estado Mundial de la INFANCIA

¿Qué harías si vieras a una niña de 6 años sola en la calle?

Con esta pregunta empieza el impactante video de UNICEF lanzado con motivo de la presentación de su informe anual ‘Estado Mundial de la Infancia’, donde la ONG alerta de que, si no se cambian las tendencias actuales, en 15 años morirán 69 millones de niños debido a causas evitables.

Un experimento para enfrentarnos a nuestros propios prejuicios y para recordar que todos los niños y las niñas merecen una oportunidad.

El video, de dos minutos, está protagonizado por Anano, una niña de 6 años que vive dos situaciones muy diferentes en función de su aspecto. Al principio, Anano se queda sola en una plaza. Vestida con un bonito abrigo y bien peinada. Enseguida, numerosas personas se acercan a preguntarle: ¿Cuántos años tienes?, ¿estás sola?, ¿vives cerca de aquí?, ¿te has perdido?.

A continuación, le cambian el aspecto. En vez del abrigo bonito, Anano luce un jersey viejo y grande, un gorro de lana, está despeinada y con la cara sucia. Anano se queda en el mismo lugar que antes, pero ahora tiene el aspecto de una persona sin hogar. La reacción de los transeúntes es totalmente diferente: Nadie habla con ella. La ignoran.

El mismo experimento se repite en un centro comercial. Esta vez Anano camina entre los clientes de una cafetería e incluso se sienta en alguna mesa con gente. Al igual que la primera vez, cuando Anano parece una niña con recursos económicos, la gente se muestra cercana a ella, le preguntan por qué está sola, le dan besos y le regalan un avión de papel.

De nuevo, le cambian el aspecto y la reacción de la gente pasa del cariño al desinterés y un señor incluso le pide a un camarero si “se la puede llevar de ahí”. Según explican en el video, el experimento se termina ahí, “Anano se puso muy triste”.

El video acaba con una contundente frase: “Esto es lo que sienten millones de niños todos los días. Tú puedes ser parte del cambio”. Desde UNICEF afirman que esta situación se podría evitar “con la voluntad de personas, gobiernos, donantes, empresas y organizaciones internacionales”.

Según el informe de la ONG, en España, la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social de los niños en 2015 fue del 34,4% y escala hasta el 60,3% cuando esos niños son hijos de migrantes afincados en el país. La media de pobreza infantil en la Unión Europea es del 21,1%.

Me llamo Anano, tengo 6 años y estoy sola